BREVES RELATOS DE MI PUEBLO
Miguel Angulo Sepúlveda


Imagen del Santísimo Cristo de la Salud. La Puebla de Almoradiel.
Fotografía: María Angulo Sepúlveda.

AHPTo.- Copia digital del folio 91 vº cuyo contenido detalla parte de las posesiones del Stmo. Cristo de la Salud en 1753.- Se completa en los folios 92 rº y 92 vº.- (Catastro de Ensenada.- Sección Hacienda.- Signatura H-1808).
Junta de Comunidades de Castilla La Mancha / Archivo Histórico Provincial de Toledo.- Signatura: 33539/2.
Origen de su advocación y su festividad.
Una vieja tradición almoradiense, recordada en el acta correspondiente a la sesión celebrada por el Concejo municipal de esta villa el 30 de agosto de 1844, y publicada en el opúsculo conmemorativo del 250 aniversario de la Imagen, copiada a la letra dice:
«[...] Que la festibidad que se celebra en este / Pueblo en los tres primeros días del mes de setiembre/de cada un año a la milagrosa Ymagen de/nuestro Redentor Jesu-Cristo, con el título de la / Salud, según tradiciones tubo principio por voto/que hizo este vecindario a consecuencia de que/la divina Magestad, atacados sus moradores/de una fiebre o peste deboradora, implorando su/alta misericordia se vio libre, y desarrolló aquélla en/tales términos que cesaron los estragos y males/que con rapidez causaba; y con el fin de hacer/más estensa la deboción, a más de las debociones / cristianas que en aquella época se impusieron / y continúan celebrándose, se declaró que todo vecino / o forastero que en dichos tres días se presentase / a hacer ventas [...] no debengasen ni se les ecsigiese / cantidad alguna por razón de Alcabalas, / ni otros derechos [...]» 1.
Durante siglos, los pueblos sufrieron el azote de epidemias, hambrunas, plagas, etc., lo que causaba graves quebrantos en la vida y hacienda de sus vecinos. Cuando cierta población sufría alguna de esas calamidades, viéndose impotente para salvarse con remedios naturales dada la magnitud de la desgracia, imploraba la ayuda divina ante la imagen de algún santo, de la Virgen, o de Cristo, el intercesor principal. En dicha imagen los vecinos veían el remedio sobrenatural que podía salvarles de la enfermedad que los atormentaba.
Dado que la desventura afectaba a la comunidad, la súplica al intercesor debía ser colectiva, lo que hacía que el vecindario se involucrase en rogativas, procesiones, vigilias o misas; si la enfermedad o la devastación persistían, recurrían al voto colectivo, como hicieron nuestros ascendientes para salvarse de la «fiebre o peste» que los aniquilaba.
El voto era una promesa solemne que el vecindario hacía a su intercesor para suplicar ayuda o agradecer que hubiera escuchado sus ruegos y los hubiera liberado de aquella desdicha. El voto colectivo se decidía en concejo abierto. En él los vecinos se comprometían mediante voto jurado ante escribano a celebrar cada año, y con carácter de perpetuidad, una fiesta religiosa en honor de su intercesor para conmemorar y agradecer su intervención. Tales celebraciones, nacidas por decisión popular, se llamaron «fiestas juradas».
En consecuencia, la festividad del «Stmo. Cristo de la Salud» es una «fiesta jurada», porque los almoradienses de “aquella época se impusieron” e hicieron voto de celebrarla por haber sido salvados de la «fiebre o peste».
El relato que nos dejaron en 1844 nos da la causa que originó la festividad y la advocación, pero no dice cuándo sufrieron la epidemia. Vayamos, pues, a la Historia y busquemos ese tiempo.
La primera vez que aparece la advocación «Stmo. Cristo de la Salud» en los documentos consultados corría el año 1753. Aquel año se realizó en nuestro pueblo el «Catastro de Ensenada», un proyecto que pretendía conocer, registrar y evaluar los bienes, rentas y cargas de los que eran titulares los vecinos de todas y cada una de las poblaciones de la Corona de Castilla.
La advocación aparece en la relación que dieron de las propiedades eclesiásticas que había en esta villa aquel año. Entre los distintos apartados que contiene la respuesta, uno de ellos dice: «Posesiones correspondientes al Santísimo Christo/de la Salud, según lo que don Pedro Or-/-tiz, presvítero de esta villa, expresa en el final/de su relazión número 4 de este Libro de Eclesiásticos» 2.
El texto del apartado que se cita nos lleva a la siguiente conclusión: nuestros antepasados titularon la Imagen antes de 1753 y, por extensión, antes de 1766, año en el que se esculpió la Imagen que ahora veneramos; de lo que se infiere que el intercesor ante el que suplicaron la ayuda divina no fue la Imagen que hoy preside la ermita, sino el Crucifijo que por entonces presidía el antiguo humilladero, y por ende, a Él dieron el título «de la Salud». La Imagen actual es su heredera.
Si otorgaron la advocación antes de 1753, es evidente que la «fiebre o peste» que sufrieron también fue anterior a esa fecha. Debió suceder en el siglo XVII, puesto que nada hay escrito sobre que esta villa sufriera graves crisis epidémicas en el transcurso de la primera mitad del siglo XVIII.
Durante el Seiscientos, la población española fue castigada en no pocas ocasiones por importantes ataques epidémicos de peste bubónica y de tifus. La primera gran epidemia se dio entre 1598 y 1602 3. Atravesó la Península de norte a sur, pero no debió afectar a esta villa porque los visitadores jacobeos que vinieron a inspeccionarla el 13 de febrero de 1604 4, a pesar de la exhaustiva información que dejaron, nada dijeron del Humilladero de las Cinco Plagas, ni del Crucifijo que lo presidía, ni que hubieran tenido problemas de salud por la peste.
Otros dos grandes ciclos de pestilencia fueron de 1647 a 1652 y de 1675 a 1685, que castigaron la parte sur y el litoral mediterráneo de la Península 5.
Especialmente dañina fue la epidemia de tifus sufrida entre mayo de 1684 y finales de 1685. Se inició en la provincia de Toledo y se propagó hacia Andalucía y la actual Castilla y León. Un ejemplo de su devastación fue la villa de Tembleque (Toledo), que perdió aproximadamente el 90 por 100 de su población; o Ciudad Real, que perdió cerca del 50 % 6. En nuestro pueblo está documentado que el párroco, don Francisco Ludeña Ortiz, «[...] murió en la epidemia de 1684» 7.
El médico Juan Nieto de Valcárcel, en su libro sobre aquella epidemia (Valencia, 1685), dice: «[...] Maliciose más la Epidemia por Julio, y mucho en Agosto y Septiembre, sin cesar en Octubre, a costa de tantas vidas que muchas Poblaciones han perdido la mitad de sus moradores, y algunas, casi todos [...]» 8.
A partir de 1685, tras superar la última oleada de epidemias, se acabaron los grandes ciclos de peste 9 que desde mediados del siglo XIV venían castigando la Península.
Llegados a este punto, y a la luz de la información que antecede, podemos colegir que la «fiebre o peste» que sufrieron, su cese milagroso, la decisión de titular la imagen como «Stmo. Cristo de la Salud», y el voto jurado que hicieron los vecinos, es decir, todo lo que originó la festividad que celebramos secularmente los días 1, 2 y 3 de septiembre, debió acontecer entre los años 1684 y 1685.
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Notas en el texto:
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Opúsculo. “Stmo. Cristo de la Salud. 250 aniversario, 1766-2016. Año Jubilar”. Pág 6.
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JCCM.- A.H.P. de Toledo.- Sección Hacienda.- Signatura H-1808.- Folio 91 vº.
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ANDRÉS-GALLEGO, José, (coord.).- “La crisis de la hegemonía española. Siglo XVII”. En “Historia General de España y América”.- Tomo VIII.- 2ª Edición.- Ed. Rialp, S.A.- Madrid, 1991.- Pág. 244 y ss.
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A.H.N.- OO.MM.- Libros de Visitas.- Sign. 9 c.
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CABALLERO PONCE, José F.- “El año de la plaga: Mecanismos de Defensa ante la Peste de 1648 en la Ciudad de Murcia”.- Universidad de Murcia.- Escuela Internacional de Doctorado.- 2018.- Págs. 167 y 169.- HERNÁNDEZ FRANCO, Juan.- “Morfología de la peste de 1677- 1678 en Murcia”.- En “Estudis: Revista de Historia Moderna”.- Nº 9.- 1981- 1982.- Pág. 103 y 104.
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ANDRÉS-GALLEGO, José, (coord.).- Op. Cit.- Páginas 502 y 503.
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APPA.- Libro de matrimonios nº 2; folio 1 rº y ss.- Desconocemos el número de fallecidos que hubo en esta villa durante el trienio 1684-86 porque el primer Libro de Defunciones se inició el 31 de octubre de 1728.- Pero si contabilizamos los bautizados, sí se nota la incidencia de la epidemia. La media de bautismos del trienio 1684-86 fue de 35,3, frente a 46,4 de media durante la segunda mitad del siglo. Es decir, hubo un descenso del 23,9 %. (APPA.- Libros de bautismos, núms. 4 y 5).
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NIETO DE VALCÁRCEL, Juan.- “Disputa epidémica”.- Impreso en Valencia, 1685.- Pág. 5.
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HERNÁNDEZ FRANCO, Juan.- Op. Cit.- Página 104.- CABALLERO PONCE, José F.- Op. Cit.- Página 170.